domingo, 4 de febrero de 2007

El carro de heno, de Constable

The Hay Wain, 1821

CONSTABLE, John (1776 - 1837 )

NG1207. Presented by Henry Vaughan, 1886.
Signed and dated: John Constable pinxt. London 1821.

Constable's painting is based on a site in Suffolk, near Flatford on the river Stour. The hay wain, a type of horse-drawn cart, stands in the water in the foreground. Across the meadow in the distance on the right, is a group of haymakers at work. The cottage shown on the left was rented by a farmer called Willy Lott and stands behind Flatford Mill. Today, the cottage and river path are still much as they were in Constable's time.

Although the painting evokes a Suffolk scene, it was created in the artist's studio in London. Constable first made a number of open-air sketches of parts of the scene. He then made a full-size preparatory sketch in oil to establish the composition.

The painting was exhibited at the Royal Academy in 1821, the year it was painted, but failed to find a buyer. Yet when exhibited in France, with other paintings by Constable, the artist was awarded a Gold Medal by Charles X.

Fuente: http://www.nationalgallery.org.uk/

2 comentarios:

El blog de Historia del Arte dijo...

El carro de Heno, de Constable

El carro de heno (1821). John Constable.
National gallery, Londres.

El carro de heno se expuso en 1824 en el Salón de París, donde causó una gran impresión tanto a los jóvenes románticos como a los que luego constituirían la escuela de paisaje de Barbizon. Para su elaboración, Constable siguió un método experimental y pragmático: sacó numerosos bocetos previos en los que estudió la atmósfera cambiante del lugar directamente del natural y, sobre ellos, compuso finalmente esta versión. La imagen amable y hasta saludable que Constable nos transmite de la naturaleza ha sido comparada con los versos románticos del poeta Wordsworth, quien, al igual que el pintor, se deleitaba describiendo los aspectos más humildes e incluso insignificantes de la naturaleza: una simple flor o un árbol motivaban su profundas emociones. Por eso, allí donde Turner se sentía cómodo (en los altos riscos, montañas y desfiladeros, y ante las tempestades) Constable se sentía incómodo (prefería la suavidad del valle y las colinas, así como los efectos luminosos de un cielo constantemente alterado pero nunca amenazador). De hecho, su aproximación a la realidad de las cosas y, especialmente, esta visión fresca y reconfortante de sus paisajes, contrastó de tal manera con la que entonces estaba elaborando Turner que se suscitó una polémica acerca de cómo debía representar la naturaleza el pintor. Según la mayor parte del público, la manera de Constable era más "real" en tanto que uno podía sentirse paseando por el campo bajo la lluvia ante su cuadro. Ruskin salió en defensa de Turner matizando que una cosa era la naturaleza y otra la pintura, y que si uno quería salir y mojarse no necesitaba la ayuda de Constable. Este comentario refleja la diferencia que ya establecía el teórico entre un arte que, con el fin de lograr el máximo parecido, se concentra en la forma y materia del objeto remitiéndonos con su técnica sólo a las facultades perceptivas, y otro (considerado por el propio Ruskin más veraz) que se concentra en transmitirnos los efectos e impresiones que nos producen las cosas, si bien éstas, más que representadas, aparecen tan solo esbozadas.


Fuente: RAQUEJO GRADO, Tonia. "La pintura decimonónica." El mundo contemporáneo. Historia del Arte, Tomo 4. Alianza Editorial, Madrid, 1997.

El blog de Historia del Arte dijo...

JOHN CONSTABLE: La enorme proliferación del paisaje en la pintura del Romanticismo británico, nórdico y alemán es un síntoma claro de la nueva relación que establece el artista con su entorno natural. Cuando en 1824 Constable (1776-1837) expuso en el Salón de París, su técnica vibrante y luminosa fue admirada por Géricault y Delacroix, integrantes de la nueva generación de pintores cuyas innovaciones se habían centrado particularmente en la composición y en la figura. En Constable vieron una naturaleza antes nunca vista. De su pintura brotaban los placeres del paseo rústico, de la contemplación de la realidad común y de las sensaciones físicas que ésta nos produce. Constable hacía que el observador del cuadro fuera descubriendo las escenas representadas (aquí un perro ladrando, allí unos campesinos rabajando, etc.), tal y como el paseante pintoresco descubría las delicias del campo.
"Cuando me pongo a hacer un boceto del natural, lo primero que hago es olvidarme de que he visto un cuadro"; con estas palabras, Constable defiende que la fuente esencial de un artista debe ser la naturaleza, de donde directamente ha de elaborar sus bocetos al aire libre sobre los que luego compondrá el cuadro. De entre estos bocetos (hoy, a veces, más valorados que sus versiones finales por estar realizados con una técnica mucho más suelta y sugestiva), la serie que hizo sobre nubes es un excelente testigo de su destreza para captar las situaciones climáticas en constante ambio. Que el pintor se ocupara de representar lo efímero, amorfo y circunstacial, era entonces casi un atrevimiento contra la tradición académica, anclada en un concepto de paisaje heroico que, a modo de escenario teatral, evitaba precisamente aquello que esencialmente define el comportamiento de la naturaleza, esto es, su carácter mutante, transitorio y, aparentemente, caótico.

Fuente: RAQUEJO GRADO, Tonia. "La pintura decimonónica." El mundo contemporáneo. Historia del Arte, Tomo 4. Alianza Editorial, Madrid, 1997.