domingo, 4 de febrero de 2007

La gran odalisca, de Ingres

Jean-Auguste-Dominique INGRES
Montauban, 1780 - Paris, 1867

Une odalisque, dite La Grande Odalisque 1814
H. : 0,91 m. ; L. : 1,62 m.

Bien qu'oriental par le thème et le décor, ce nu - le plus célèbre d'Ingres - commandé par Caroline Murat, reine de Naples, est héritier d'une longue tradition, qui va des nymphes antiques, des nus de Raphaël ou de Titien à Canova. Cette longue forme souple, sans lumière ni ombre, ne vit que par le rythme de ses contours qui méprisent la vérité anatomique (épine dorsale trop longue, sein déplacé) au profit d'un art abstrait et intemporel.

Fuente: http://www.louvre.fr

1 comentario:

El blog de Historia del Arte dijo...

Odaliscas, de Ingres

Jean-Auguste-Dominique Ingres, La gran odalisca (1814).
Museo del Louvre, París.

El cuerpo alargado se corresponde con un rostro casi picassiano que combina un perfil bien definido con un ojo casi frontal remitiéndonos a direcciones opuestas: la mirada oblicua y la directa.


Jean-Auguste-Dominique Ingres: Aunque Jean-Auguste-Dominique Ingres (1780-1867) ha pasado a la historia como el máximo representante del clasicismo, su obra es demasiado compleja como para responder a un solo tópico. Si Ingres hubiera muerto antes de 1814, cuando pintó su Gran Odalisca, se le habría recordado tan solo como a uno de los seguidores de David, todo lo más, quizá, como un buen retratista; pero en los casi sesenta años que dura su actividad pictórica produce una obra ingente y contradictoria. Así, mientras por una parte sigue apegado al clasicismo (al defender el dibujo como elemento básico de la forma), por otra se presenta como precursor del arte del siglo XX al manipular modernamente la línea "deformando" los cuerpos, tal y como notó posteriormente el pintor Maurice Denis a propósito de sus odaliscas. Belleza sensual, dibujo sinuoso e intemporalidad son cualidades que definen su desnudo femenino, como si, al igual que el escultor Canova (con quien trató en Italia), quisiera hacer visible en el cuerpo aquello que es intangible e ideal. Pero el casicismo de Ingres adolece de cierto aire extraño y oriental al uso del pintoresquismo romántico que convierte las proporcionadas Venus de Tiziano (sin duda uno de sus modelos y fuente de inspiración) en esas serpenteantes mujeres estilizadas cuya peculiar anatomía fue reprobada por la crítica oficial. El lujo, la extravagancia y la languidez añaden al conjunto un tono erótico que culminará en El baño truco, la última gran obra del artista que difícilmente podría considerarse clásica y que le proporcionó el calificativo de "un chino perdido en las calles de Atenas".

Fuente: RAQUEJO GRADO, Tonia. "La pintura decimonónica." El mundo contemporáneo. Historia del Arte, Tomo 4. Alianza Editorial, Madrid, 1997.