François GÉRARD
Rome, 1770 - Paris, 1837
Psyché et l'Amour, Salon de 1798
H. : 1,86 m. ; L. : 1,32 m.
Psyché est la personnification de l'âme, inconstante comme le papillon au-dessus de sa tête. Elle reçoit avec étonnement le premier baiser de l'Amour, invisible pour elle. La pureté tout "idéale" des figures est celle des marbres de Canova, dont le groupe sur le même thème est au Louvre.
Fuente: http://www.louvre.fr
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Cupido y Psique, de F. Gérard
François Gérard, Cupido y Psique (Salón de 1789).
Museo del Louvre, París.
Tras este tema mitológico se encubre la sensualidad de dos adolescentes enamorados, representados aquí como dioses. Sus formas suaves son tan irreales como los personajes a los que representan.
LOS SEGUIDORES DE DAVID: Aunque el estudio de David fue uno de los más frecuentados por los jóvenes artistas postrevolucionarios, los cánones estéticos y morales del maestro no lograron mantenerse en la pintura de sus seguidores. Quizá la ausencia del propio David, que se exilió en Bruselas tras la caída de Napoleón, contribuyó a que su escuela terminara por imbuirse del gusto romántico que impulsaba una visión quimérica y fantástica de la Antigüedad, como se observa en las obras de Girodet, Gérard, Gérome, Prud'hon e Ingres, su alumno más destacado.
Los cambios se producen ya en 1798, año en que François Gérard (1770-1837) presentó al Salón su obra Cupido y Psique. Enseguida la crítica detectó el aspecto "anticlásico" de esta pintura que fue calificada de "afectada" y "metafísica". Para entonces, con el imperio napoleónico a las puertas, la generación de Gérard probablemente entendió que aquella Antigüedad que durante el periodo de la Revolución sirvió de modelo político y ético era ahora inalcanzable e irreal. Quizás por ello, el rigor con que David había recuperado el estoicismo y moralidad del mundo grecorromano deja de interesar a sus seguidores más inclinados a destacar las fantasías mitológicas que los célebres sucesos narrados por la historia antigua. Pero estas transformaciones no sólo afectan a los temas iconográficos que eligieron, sino también a la técnica con que los acometieron. Gérard, por ejemplo, al igual que hará Prud'hon, ya no modela las figuras con contornos duros como lo hizo David, sino que las diluye provocando un efecto de irrealidad que las convierte casi en apariciones. Pero mientras Gérard se recrea en la amabilidad y la suavidad de las formas, a Pierre-Paul Proud'hon (1758-1823) le atraen aspectos más dramáticos e introspectivos, de ahí que tradicionalmente haya sido considerado el seguidor de David más romántico.
Fuente: RAQUEJO GRADO, Tonia. "La pintura decimonónica." El mundo contemporáneo. Historia del Arte, Tomo 4. Alianza Editorial, Madrid, 1997.
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